Los cines de barrio son una especie amenazada en la jungla comercial de Madrid. A lo largo de los años los vecinos hemos sido espectadores mudos de su desaparición: las salas pequeñas han perecido en las fauces de los grandes negocios, sus depredadores naturales.
Los Cines Conde Duque Goya, la única sala del barrio de Salamanca, han sido la última presa abatida. El Ayuntamiento y la empresa que lo gestiona han pactado que los proyectores se apagarán para siempre el próximo junio. Sobre sus ruinas se erigirá un nuevo supermercado, otro más.
El Consistorio sustituirá los Conde Duque Goya por un cine de verano en el parque Eva Duarte, a 15 minutos de allí a pie. En otoño pretende trasladar el cine a otro lugar, pero la empresa operadora no lo ha confirmado. Se especula que la sala podría llevarse al local donde estuvieron otros viejos cines, los Cid Campeador.
De cine de barrio a supermercado: una derrota administrativa
Cuesta creer que un vecindario de postín como este tan solo tenga un reducto cinéfilo, histórico además (allí mismo abrió el Cine Vergara en 1946), y que esté a punto de desaparecer.
La carrera desesperada por la supervivencia de los Conde Duque Goya comenzó tras la publicación de un mandato del Ayuntamiento madrileño como respuesta a una petición por parte de la empresa propietaria del local que alberga el cine. El equipo de la excalcaldesa Manuela Carmena consideró que allí debería haber «un comercio de barrio, para atender las necesidades de los vecinos», según puede leerse en la Plan Especial que refleja la petición (número de expediente 711/2018/03068).
En el mismo Plan Especial se detalla la intención de fusionar el cine con los locales colindantes dando lugar a un único espacio que sería techado con una cubierta ecológica.
El proyecto que será la tumba del cine fue aprobado por el Ayuntamiento de la ciudad en septiembre de 2018 y ratificado en abril de 2019. El Área de Desarrollo Urbano desestimó las alegaciones presentadas en contra del cierre de la sala, y la Junta de Distrito ha decidido finalmente ceder el espacio a un supermercado.
Al margen del barullo burocrático, los trabajadores del cine recogieron firmas para evitar la desaparición de la última sala de proyecciones del barrio de Salamanca.
Muerte y resurrección de los cines madrileños
El Real Cinema de Ópera será un hotel de lujo en 2021, 101 años después de la proyección de su primera película en 1920. Los Roxy, último vestigio del cine popular en la calle Fuencarral, fueron vaciados y su fachada fue borrada para acoger una nueva zapatería que heredó su nombre: Calzados Roxy. Ahora los vecinos del barrio de Salamanca también tendrán que despedirse de su cine y prepararse para la llegada de otro comercio que homogeneizará todavía más la calle de Goya, colonizada por tiendas de empresas multinacionales.
Ante este oscuro panorama parece que los cines madrileños están en peligro de extinción, o al menos, los más pequeños. Pero también hay alguna luz entre las sombras, buenas noticias a las que se aferran los cinéfilos para no verse obligados a vivir en un mundo sin pelis ni palomitas.
El suceso más reciente (y sorprendente) es que Embajadores tendrá un nuevo cine independiente con tres salas y entradas a precios populares. La alegría entre los espectadores no alcanzaba estas cotas desde la reforma de los Cines Ideal en 2017 y la reconversión del Palafox en cine de lujo casi un año y medio más tarde. Ambas resurrecciones fueron obradas por la cadena Yelmo Cines.
Tal vez los cines de barrio madrileños tengan alguna posibilidad de subsistir en el entramado comercial de la capital, dominado por marcas multimillonarias y omnipresentes en cualquier rincón del resto del mundo. Lo que está claro es que vecinos y espectadores tendrán que defender este patrimonio batalla por batalla y proteger a capa y espada cada pequeña conquista.
Foto de portada: @ArteEnMadrid