Por qué la calle de Postas tiene ese nombre, cuántos incendios hubo en la plaza Mayor o qué edificio oculta una puerta en la calla del Codo. Madrid es agotador en Navidad e inagotable todo el año. La historia que subyace tras cada baldosa, nombre de calle, arco de entrada o fachada peculiar es una página más en la inacabable historia de la ciudad.
Y Julia Marquerie, conservadora y restauradora de 30 años, se dedica a fotocopiar esas páginas y a hacer collages de lo que se cuenta en ellas. O siendo menos críptico y metafórico: sube fotos propias a Instagram, investiga y cuenta la historia de cada cosa que le obsesiona.
El origen de la cuenta
Es tentador hablar de la cuenta de Marquerie en los mismos términos en los que ella habla de Madrid. Su historia nace de su pasión por la fotografía (herramienta que usa para su trabajo) y consecuentemente de una reinterpretación de la forma venciendo al fondo: “No soy de frases motivacionales así que decidí que era interesante contar qué salía en la foto”, dice Marquerie.
Esa decisión culminaría en una erudición autodidacta alrededor de Madrid: “Me pego curradas a investigar: hago pequeños másteres de cada rincón de Madrid que estudio. El otro día fui a la biblioteca y me saqué cuatro libros de la Gran Vía”.
¿Todo para una sola publicación de Instagram? Sí, Marquerie acompaña sus posts de una bibliografía superior a la que pueden tener muchos Trabajos de Fin de Grado. El motivo radica en no quererse limitar a lo típico “porque en la Wikipedia ya te lo cuentan”, dice Marquerie.
Turista en su propia ciudad
Los Mandanga Mondays de Flavita Banana en Yorokobu podrían haber recogido la siguiente pregunta: conocer a fondo una sola ciudad como Madrid o conocer superficialmente todas las capitales de Europa. ¿Qué prefieres?
Y aunque la pregunta no se ha planteado literalmente, Marquerie tendría una respuesta: “yo no tengo la necesidad que tiene la gente de viajar porque me he convertido en turista de mi ciudad”.
Y al respecto de esto mismo se maravilla al hablar de las personas que se dedican a estudiar el Madrid Medieval, la gente que divulga sobre el Madrid Islámico (e incluso sobre el desconocimiento al respecto que hay sobre los orígenes de la ciudad)… o sobre la cantidad de edificios que no conocía. Marquerie dice: “Por fuera son fachadas sobrias y por dentro tienen techos altos, patrimonio, cuadros… Me fascinan palacios como el Santoña o la Torre de los Lujanes”.
Arqueología de una conservadora
Alguien dijo alguna vez que todo el conocimiento humano lo concentra la etimología. Bajo esta lógica, es justo pensar que todo el conocimiento urbano se condensa en la odonimia. El Ayuntamiento de Barcelona tiene una web para consultar el origen del nombre de cada calle. Tener eso en Madrid, dice Marquerie, le facilitaría en gran parte el trabajo.
Igual que le facilitaría el trabajo que las administraciones anteriores (y actuales) pusieran más empeño en conservar el patrimonio de la ciudad: “Me indigna la conservación de la muralla de Madrid. No es prioritario el patrimonio histórico: cuando hay crisis se recorta de cultura (no estoy de acuerdo pero lo entiendo)”.
Y añade: “Yo como conservadora me iría al extremo: restauraría y conservaría hasta la última piedra. Lo que no descubramos hoy, lo descubrirán los restauradores del futuro que sí tendrán las herramientas”.