Hay un tema recurrente en el universo Twitter que es la comparación entre una foto y otra acompañada de un texto que las compara con sorna y retranca. Ejemplo: el objeto de la comparación es un pueblo cualquiera de la España vaciada, por un lado, y de la Toscana, por otro. El comentario que le sigue: Castilla y León es la Toscana, pero con peor marketing.
Algo parecido pasa con muchos alimentos que no supimos vender a lo largo del siglo XX: la tortilla de patata es la pizza, pero con peor marketing.
Hay italianos que se alimentan de pizza a diario –como el pizzaiolo de That’s Amore– y hay españoles que se alimentan de tortillas de patata casi a diario, como es el caso de Guillermo V. Rodríguez, nutricionista que dedica los miércoles a hacer catas de tortillas. “Empezó como una bobada: los miércoles entraba más tarde en consulta, desayunaba un pincho de tortilla, creé el hashtag #miércolesdetortilla y mucha gente (conocida y desconocida) me acompañaba y desayunaba conmigo”.
Maestro tortillero
Guillermo empezó con este ritual antes de que comenzara la pandemia y ha probado más de cien tortillas y ha hecho ránquines e incluso una ruta de la tortilla. A un paladar tan entrenado es casi obligatorio preguntarle por la tortilla de patata ideal: “para mí el ideal es sin cebolla, poco hecha, al estilo de la de Betanzos, pero un poco más hecha (la tortilla de Betanzos es con la patata laminada, fritita, crujiente y casi te la tienes que tomar con cuchara)”.
También dibuja un ideal de la peor tortilla y lo hace en dos pasos “hecha con huevina: eso es una guarrería porque además de secas, son insípidas” y añade que “lo peor que te puede pasar con un pincho de tortilla, de todas formas, es escuchar el microondas”.
Hablamos con Guillermo V. Rodriguez, que tiene un ranquin que apenas tiene que pensar y al preguntarle por sus pinchos favoritos de tortilla de patata (con la salvedad del recientemente cerrado Sylkar) en Madrid, lo tiene claro:
1. Casa Dani
Casa Dani es una institución entre tortilleros de todo el mundo a pesar de la polémica en la que se vio inmersa por un brote de salmonelosis a principios de año. Guillermo no tiene dudas de que «renacerá como el ave fénix». Y añade: «creo que es un follón mediático que se ha creado». Su tortilla la define así: “Me gusta mucho porque es un pincho bastante generoso y está poco hecha”.
Mercado de la Paz (Cl. de Ayala, 289)
2. La Primera
Podría parecer un acertijo, pero La Primera es la tercera y ocupa esta honrosa posición porque al comensal le aporta “un chute bastante loco de sabor”. El pincho es más pequeño y también está poco hecha, pochada y con cebolla confitada.
Gran Vía, 1
3. El Pontón
La alusión a El Pontón viene acompañada de un rotundo “no lo conoce mucha gente”. Y casi hace referencia a que es ese tipo de sitios a los que solo vas si te lo recomienda un vecino. Sobre sus tortillas destaca una virtud: tienen tortilla para llevar y «el precio está muy bien: una entera creo que son 10€”. Para cerrar, habla de su sabor y dice que “está muy rica: no tiene grandes florituras ni pretensiones”.
Calle de García de Paredes, 11
4. Casa Longinos
Una casa fundada en 1929 (que dentro de relativamente poco podrá integrar ese selecto club de bares centenarios de Madrid) ocupa también esta lista y al respecto de su tortilla Guillermo elogia dos cosas: el tamaño (grande) y el precio (barato porque el pincho cuesta 3,3€).
Los que se quedan fuera
Para completar el ranquin y no dejarse fuera a algunos de sus favoritos, Guillermo señala otros sitios emblemáticos: la Ardosa (Colón, 13), Hevia (Serrano, 118), La Jarana de Chamberí (Eloy Gonzalo, 17), La Jurucha (Ayala, 19), La Deseada (José Abascal, 53), El Bombo (Guzmán el Bueno, 73), Ocafú (varias localizaciones) o la inminente apertura de La Martinuca.
La tortilla de patata, que debe ser uno de los pocos alimentos que bien se pueden comer a cualquier hora del día, goza de una popularidad estable. No está de moda porque como dijo Brian Johnson, cantante de AC/DC, en referencia al rock: “no es una moda”.