El Restaurante Petit Comité (C/ Reina, 15) es, como su nombre indica, un pequeño secreto muy bien guardado en pleno centro de Madrid.
En una zona en la que el turismo, “los tigres” y los take away imperan, encontrar un restaurante como Petit Comité es toda una sorpresa.
Tal y como ellos se definen, se trata de “un restaurante gourmet con encanto” que desde 2011 hace las delicias de todo el que atraviesa sus puertas. Calidez y elegancia son las sensaciones que tienes cuando te reciben con auténtico acento francés.
El restaurante Petit Comité está dividido en dos plantas con una ambientación diferenciada en cada una de ellas. En la de abajo se encuentra el bar, en el que no estuvimos, pero nos pareció perfecto para un cóctel o para un ambiente de afterwork tranquilo.
La planta de arriba está dividida en un salón principal y uno privado, aunque se puede abrir para celebraciones más grandes.
Y aunque siempre nos gusta conocer el lugar que visitamos más allá de su gastronomía, estábamos impacientes por disfrutar de la mejor parte: el menú degustación que habíamos elegido. Nos encantó que tuvieran tantas ofertas de menús cerrados, no solo porque muchas veces somos incapaces de decidirnos con la carta, sino porque cuentan con precios muy ajustados para que puedas darte un capricho gourmetero sin que tu bolsillo lo note demasiado.
Nosotros elegimos el menú degustación de 35€ y salimos completamente convencidos de que debíamos compartir nuestro secreto con todo el mundo.
Comenzamos probando un cava francés acompañado de una mousse de foie que, literalmente, se deshacía en la boca. La verdad es que con tanto éxtasis olvidamos preguntar que llevaba, pero tenía un toque a canela que le hacía aún más irresistible.
Seguimos con unas croquetas, con las que jugamos a adivinar sus ingredientes, ya que no sabemos si nuestro oído estaba poco afinado o fue el cava el responsable de que no termináramos de entender a nuestro camarero. Si nuestro paladar no falló, eran de queso azul, boletus y bacalao y gambas.
El tartar de salmón fresco con tomate concasse, aguacate, cebolleta y escarola nos volvió a nublar los sentidos. ¡Buenísimo! El aguacate cremoso junto con el salmón y el wasabi era una mezcla que merecía aguantar el sabor picante de la salsa japonesa.
Después, descubrimos que las ensaladas podían convertirse en un plato favorito tras probar la de espinacas con queso de cabra, chutney de mango y vinagreta de miel y mostaza. Una combinación más que acertada si os gusta el contraste entre dulce y salado. ¿Se puede decir que salivo recordándola mientras la describo?
El sabor suave de los chipirones a la plancha con cebolla roja confitada, la salsa romescu y los chips de patata nos había dejado casi llenos, pero no podíamos negarnos al magret de pato escalopado con salsa de cerezas amarena y puré de berenjenas especiado. Este plato nos llevó a hacer un llamamiento con el que seguro que más de uno está de acuerdo: mojar pan en una salsa debería ser obligatorio. Sería algo así como el maridaje perfecto…
Nuestra cita con la gastronomía francesa acabó con unos postres menos parisinos, pero igual de irresistibles: una tarta rota de queso idiazábal con higos confitados (no apta para los que no se atrevan con sabores fuertes) y un tiramisú por el que aún suspiramos.
Solo os pedimos que tras ir, nos guardéis el secreto, pero sabemos que será imposible hacerlo…
Precio: desde 25€