Entre las muchas imágenes para la historia que nos regaló Filomena estaba la de la peatonalización subsecuente e involuntaria de zonas habitualmente entregadas a los coches. Una de esas zonas es la de Puerta de Alcalá y sus alrededores.
Ahora, aprovechando que ya están quitando la lona que pusieron fruto de las obras de reforma, recuperamos un hilo de Twitter (entonces Twitter) del urbanista, geógrafo y divulgador Antonio Giraldo escrito el año pasado. De quien ya nos hemos hecho eco de otros hilos como el de «Una fachada de Gran Vía oculta tras de sí un misterioso edificio» o «¿Y si convertimos la M-30 en un parque enorme? La propuesta que cambiaría Madrid por completo».
Paseo de Alcalá
¿Y si peatonalizamos la Puerta de Alcalá?
¿A nadie le resulta inaceptable que el monumento más famoso de Madrid esté atrapado en medio de una glorieta, rodeado por siete carriles de tráfico, y sea totalmente inaccesible? Aquí va una idea para cambiarlo: #PaseoDeAlcala ⬇️Hilo⬇️ pic.twitter.com/4mV0T3Kty0
— Antonio Giraldo (@giraldeo) October 3, 2022
El hilo plantea la creación de un proyecto (Paseo de Alcalá) urbanístico que “pretende clausurar el tráfico en la calle Alcalá entre la plaza de Cibeles y la Puerta de Alcalá”. ¿El propósito? Dotar al monumento identificativo de Madrid de la importancia que merece.
El merecimiento es un valor netamente subjetivo, pero el hablarlo en términos comparativos (Barcelona y su Arco del Triunfo o París y su mismo monumento) puede ser un disparadero si realmente la Puerta de Alcalá tiene una utilidad a la altura de su valor patrimonial –la de un monumento neoclásico original de 1778.
El Paseo de Alcalá contemplaría abrazar la peatonalización desde Cibeles hasta la citada puerta. Ambos son monumentos, por cierto, que gozan del reconocimiento de la UNESCO al integrar el Paisaje de la Luz.
¿Cómo se lograría?
La mera posibilidad de convertir la Puerta de Alcalá en una zona peatonal, dice Giraldo, convertiría el espacio en la calle peatonal más grande de todo Madrid (una zona de 32.000 metros cuadrados).
La pregunta que acompaña a este tipo de propuestas es su ejecución. Y la respuesta de Giraldo apela a dos posibilidades: un fuerte reordenamiento del tráfico y la integración del Retiro en la Zona de Bajas Emisiones.
La posible reacción reacia a las peatonalizaciones lleva a pensar en un Madrid de décadas atrás. Cuando Callao era una zona transitable por coches, cuando la Puerta del Sol tenía raquetas para regular el tráfico, cuando Atocha estaba sobrevolado por un Scalextric o cuando el asfalto del Retiro no era solo para los peatones.