El mundo da vueltas y con ellas los procesos se invierten. Si lo normal hace unos años era nacer en físico y saltar al delivery, el proceso se ha invertido en casos concretos a partir de la pandemia. Está el ejemplo de Vicio, de las tartas de queso de Álex Cordobés y del caso que nos ocupa: La Martinuca.
La Martinuca nació hace 20 meses (su historia se forja en plena pandemia) y ese es el tiempo que le ha bastado para conquistar los paladares madrileños. Y para convertirse, junto a Casa Dani, en la tortilla de patata más famosa de la capital.
El secreto del éxito en el caso de las tortillas (como es el caso de Panpintao, que acaba de recibir un premio a la mejor de la región) suele ir acompañado de una muestra de transparencia. Las tortillas de La Martinuca llevan cebolla babosa de Llanos del Caudillo, huevos de El Barranco, AOVE variedad arbequina, sal ecológica de Santa Pola y patata de Medina del Campo.
La forma de mezclar los ingredientes podría dar lugar a cualquier cosa, pero en el caso de La Martinuca da lugar a tortillas que van acorde con el canon: poco hechas, jugosas, adictivas y con cebolla –aunque también existe la opción de pedirla sin cebolla para gusto de Dabiz Muñoz que ya dijo que no casaba organolépticamente.
El Despacho de Tortillas de la Martinuca
En pleno barrio de Chueca (en el número 11 de la calle Barquillo) es donde ha abierto un nuevo local que representa parte de lo que define a su producto estrella. Si la tortilla se puede comer a cualquier hora, lo lógico es que La Martinuca abriera un local que abre de 8:30h a 00:00h.
A lo largo del día las opciones van variando y de cafetería de especialidad, El Despacho de Tortillas de la Martinuca muta en taberna en la que se ofrece una nutrida carta de vinos y también una serie de productos de temporada.