En la hermosa Madrid, donde colocamos nuestra escena, dos familias de igual nobleza arrastradas por antiguos odios se entregan a nuevas turbulencias. De esta enemistad sale una pareja amante: Ramón Castillo y Júlia Muntaner, un amor imposible que solo podrá terminar en desgracia…O no.
Las familias están divididas por algo capaz de llevar a las masas del éxtasis a la desgracia, capaz de hacer que alguien te caiga mal por ser del bando contrario, algo que crea amistades con la misma facilidad con la que las rompe y es… el fútbol.
La familia Castillo es merengue de corazón, el bisabuelo fue el socio número tres del Real Madrid mientras que los Muntaner son más culés que el propio Dream Team. Su enemistad viene de que siempre que hay clásico, coinciden en el mismo bar. Podéis imaginaros cómo se pone eso cada vez que pitan un penalti o falta que no es. Lo gracioso es que ninguna familia está dispuesta a cambiar de sitio ya que significaría rendirse, así que cada cierto tiempo, eso se pone como el rosario de la aurora.
Ramón Castillo y Julia Muntaner tienen algo en común: odian el deporte rey. Conocen la enemistad que separa a ambas familias pero no participan activamente en sus peleas. Por eso no se vieron las caras hasta que coincidieron en una fiesta de disfraces que yo misma organicé.
Él lleva una máscara de luchador mexicano y ella, se ha disfrazado de Elsa, la de Frozen. Enseguida se atraen. Es una estampa interesante la del Rey Misterio ligándose a un personaje Disney pero como dicen, impossible is nothing. Después de unos cuantos cubatas, se están liando en la habitación de mis padres.Hasta que no le dije a Júlia que se había liado con “el enemigo”, no fue consciente de que “la había liado parda”. Ramón solo tuvo que esperar a que alguien publicara en el el Facebook las fotos de la fiesta para encontrarla y darse cuenta de lo que había hecho.
Pero a ninguno de los dos les importa.Quedan a tomar cervezas varias veces y se gustan tanto que cierran su cuenta de Tinder. Todo iba bien, hasta que un día el destino quiere jugarles una mala pasada.
Se disputa la copa de nosequé en el Santiago Bernabéu y a Ramón y Julia les obligan a ver el encuentro…Sí, en el mismo bar. Al principio es fácil disimular pero a los diez minutos se aburren como ostras, así que se escriben para salir fuera y “tomar el fresco”, vamos, a comerse la boca con la misma pasión con la que te comes un bocata de Nocilla.
Para cuando llega el descanso y ambos cabezas de familia salen para echarse un piti, las manos ya se encuentran allá donde la espalda pierde su honesto nombre. El escándalo y los gritos no se hacen esperar, el señor Castillo les separa. Le grita a su hijo que cómo tiene la indecencia de follarse a una culé, a una Muntaner…
Y mientras grita todo eso, se da cuenta de lo absurdo de la situación. No tiene más que escucharse ¿En serio va a prohibir a su hijo verse con la Muntaner solo porque son de equipos distintos?
¿En qué narices estaba pensando?
Así fue cómo la cordura volvió a ambas familias. Hasta llegaron a quedar para ver jugar a La Roja. Aquí no hubo sangre ni muertes innecesarias, solo el triunfo de la cordura y el amor.
Por cierto, dos años después Júlia le puso los cuernos a Ramón con uno del Atleti pero eso es otra historia…