
La historia de Madrid se puede contar a través de sus restaurantes. Algunos de ellos han sido testigos de acontecimientos históricos, otros escenarios de encuentros literarios o políticos, referentes de la alta cocina o antros sencillamente icónicos. Sin embargo, no todos han podido resistir el paso del tiempo y las crisis económicas, y han tenido que cerrar sus puertas para siempre. Por eso hemos decidido hacer un homenaje a algunos de los establecimientos históricos de Madrid que ya no existen, pero que siguen vivos en el recuerdo de los madrileños y madrileñas.
1. Ruperto de Nola
¿Cómo no empezar a hablar de Ruperto de Nola sin decir que estaba en lo alto de Torres Blancas? Fácil: diciendo que fue de los primeros restaurantes que recibió una estrella Michelin.
Comida de calidad en una ubicación que es Tier S y que elegiría (a fecha de 2023) cualquier restaurante de Madrid.
El restaurante de Torres Blancas tomó el nombre del cocinero del rey Hernando de Nápoles, autor del Libro de guisados, manjares y potajes (Toledo, 1529) y cuya portada se reproducía en la carta. Ese señor era Ruperto de Nola.
Un requiem por el que fuera durante muchos años el restaurante más alto de la ciudad.
2. El subterráneo de plaza España
El subterráneo de plaza de España es como la historia de las flechas de Diana. Un algo que crees que solo sabes tú, pero que en verdad todo el mundo conoce.
O conocía.
El restaurante de comida china que estaba en el parking subterráneo de plaza de España era, apelando al cliché, un secreto a voces. Uno de los pioneros en esa idea de destronar al pollo con almendras o limón o curry como el sanctasanctórum de la gastronomía china.
Zhou Yulong, que es como se llamaba, anunció su cierre en 2018 debido a la ejecución de las obras que remodelaban la parte superior (o sea: la plaza). Y desde entonces hay quien lo extraña a diario.
3. Sudestada
En este restaurante descubrimos el curry definitivo: su famoso curry rojo de carrillada de vaca vieja madurada. Una delicia que explotaba en al boca a base guindillas rojas y esa melosidad de la leche de coco. En fin, qué pena, penita pena, cuando supimos que no lo volveríamos a probar. Su cocinero, el argentino Estanis Carenzo, consiguió acostumbrar los paladares madrileños a los primeros sabores de la cocina tradicional del sudeste asiático que llegaban a la ciudad. Gracias por tanto.
📍 Calle de Ponzano, 85 (Chamberí)
4. El Palentino (y Casa Candi, Hermanos Campa…)
El 15 de marzo de 2018 cerraba sus puertas uno de los últimos bares “de toda la vida” de los que quedaban en Malasaña. El Palentino dejaba huérfanos a los vecinos habituales que abrían el bar con Loli pero también a los piratas en busca de un buen brebaje que echaban el cierre cada noche con Casto. Qué radiografía de la ausencia se nos queda en esas calles.
En la misma del Pez, unos números más allá, cerraba también un par de años antes el mítico bar Hermanos Campa; poco después, le llegaría el turno a Casa Candi en Noviciado. Curiosamente, tanto Casa Candi como El Palentino, se reconvirtieron en unos modernísimos espacios con el mismo nombre y prometiendo mantener la esencia. Curiosamente también, ambos acabaron echando el cierre.
📍 Calle Pez, 8 (Malasaña)
5. Embassy
Ir a Embassy a comprar su mítica tarta de limón —que todavía merece la pena catar en sus nuevas ubicaciones— era entrar en lo más anacrónico del barrio Salamanca: todo lo que se puede esperar de un salón de té en el que las mujeres vestían de peletería y se vendían y degustaban solo delicatessen.
Pero la historia que escondía este emblemático lugar que hacía chaflán entre Castellana y Ayala es digna del mejor cine. Entre tés, tertulias y espías de ambos bandos, en su sótano se hacía justicia. Margarita Kearney Taylor, la fundadora, contaba con la colaboración del embajador inglés para esconder aquí a muchos refugiados judíos que huían del resto de Europa de camino a sus nuevos y más seguros destinos. Lamentablemente, este establecimiento cerró en 2017 y ahora tiene cuatro ubicaciones repartidas por la Comunidad de Madrid.
📍 P.º de la Castellana, 12 (barrio de Salamanca)
6. Freiduría de Gallinejas de Embajadores

Pocas veces se ve uno en la tesitura de estar asistiendo a la desaparición de negocios emblemáticos. Así, mientras ocurren. Ese fue el caso de la Freiduría de Gallinejas de Embajadores. Gabino Domingo, que dedicó más de 50 años de su vida a las entrañas (y a la poesía), nos habló de la historia del negocio y de su inminente cierre desde el mismo lugar en el que durante décadas preparó gallinejas y entresijos para el barrio.
Los vecinos y vecinas pasaban frente a la puerta y lamentaban el futuro del local, al igual que él: «Esto es un drama para la cultura. Porque la cultura no son solo los cuadros, los museos o las iglesias, la cultura también es esto: la cultura popular, la cultura de la gente, del barrio«.
📍 Calle de Embajadores, 54 (Embajadores)
7. Lady Pepa

Hacerte unos macarrones con tomatico cuando llegas a casa después de una larga noche de fiesta por el centro de Madrid es algo que todos hemos hecho alguna vez. Pero antes de la pandemia, existía un after (muy conocido por los asiduos a la noche de Chueca) en el cinco de la calle San Lorenzo que lo hacía por ti. Lady Pepa servía espaguetis, lentejas y judiones más allá de las 4 de la mañana.
Pero ahí no se quedaba su encanto, había más, mucho más.
Llamabas a la puerta y te abría un portero con pinta de no querer dejarte pasar, pero valía con decir que ‘venías a comer’ a modo de contraseña, y bajabas al comedor-piano-bar. En el Teatro Lady Pepa se juntaba gente de su madre y de su padre para rodear el piano y cantar grandes éxitos de Oasis o Blur, alimentando más el ambiente tan variopinto que se generaba cuando se juntaba la gente que salía de Delirio y Ocho y Medio con la gente que salía de Pacha u otros garitos de Gran Vía.
📍 Calle de San Lorenzo, 5 (Chueca)
8. Balzac
Balzac fue un restaurante de cocina de mercado en Madrid que cerró en julio de 2012 y que durante las décadas de 1990 y los 2000 fue uno de los locales de referencia de la élite madrileña.
Por sus cocinas pasaron diferentes chefs reconocidos –como Andrés Madrigal, César Martín o Gonzalo Omiste. Su propuesta varió desde la tradicional caza hasta la vanguardia gastronómica, pasando por la cocina mediterránea y la vasca. Contaba con varios privados para la clientela más exclusiva (políticos, empresarios y distintas celebrities de los 90)
📍 Calle de Moreto, 4 (Atocha)
9. Príncipe de Viana
Príncipe de Viana fue un icónico restaurante de Madrid al que acudían todo tipo de celebridades y que cerró sus puertas en 2014 tras 51 años de historia. Fundado por Jesús María Oyarbide y Chelo Apalategui, los mismos que crearon Zalacaín, ofrecía una cocina vasco-navarra de grandísima calidad. Su cocinera, Valen Saralegui, elaboraba platos tradicionales con los mejores productos de la huerta navarra.
El servicio, impecable, lo componía un equipo femenino que lucía cofia. Príncipe de Viana fue un referente gastronómico en Madrid donde se podía disfrutar de una cocina que aunaba lo mejor de lo refinado y del casticismo.
📍 Calle de Manuel de Falla, 5 (Chamartín)