
El barrio de La Latina en Madrid hace referencia al apodo que recibió Beatriz Galindo, uno de los personajes históricos más interesantes, la humanista con mayor influencia del siglo XV y preceptora de la reina Isabel (y de al menos cuatro reinas más). Aquí fundo el Hospital de La Latina, junto a la plaza de la Cebada, que fue derribado 1904, y del que solo se conserva la portada gótico-mudéjar en uno de los almacenes municipales de la Villa en la calle de Santa Engracia.
Este barrio de planta medieval sigue siendo una de las zonas más vivas de la capital, aquí se celebran algunas de las verbenas más importantes como la de La Paloma.
Dónde comer (y beber) en La latina
Taberna Errante
Taberna Errante es uno de estos sitios para sentirse como en casa… pero mejor. Aquí la cocina está hecha con mucho mimo. Se nota en esa tortilla de patata desparramadita en su justa medida, y que se acaba tan, tan pronto, que es difícil cazarla. O en su ensaladilla, santo y seña de la casa. Se nota, también, en el ambiente y en una carta divertida, fresca, llena de productos de temporada y en la que los tomates saben a tomates y las pamplinas a campo fresco.
De su carta recomendamos ¡todo! Seamos serios: recomendamos explorar los fuera de carta; ahí es donde se mueve lo interesante. Aunque, repetimos: todo es excelente en este pequeño pero matón restaurante gestionado por un equipo de mujeres: los clásicos boquerones con vinagre, las setas (las que sea que acaben de recoger) en salsa de callos o la torta de maíz con chicharrones de Cádiz.
💸 25 €
📍Carrera de San Francisco, 8
La Antoñita
Una antigua jabonería reconvertida en restaurante. En La Latina se encuentra este lugar único que es La Antoñita, un espacio con mucha historia sobre la que se puede, literalmente, caminar: bajo el suelo acristalado del comedor se pueden observar restos de la muralla de la ciudad. Y anexo al local está la Posada del Dragón, que ha sido casa de huéspedes, una alhóndiga y la corrala en la que vivían los comerciantes del Rastro y proveedores del Mercado de la Cebada.
En la actualidad, decimos, es un restaurante donde los clásicos castizos se modernizan a base de productos frescos de mercado. Algunos de los platos que no podemos dejar de recomendar son el crujiente de rabo de toro con parmentiere de patata o la carrillera con puré de calabaza. Y, por supuesto, el postre en forma de pastilla de jabón «La Antoñita»: una mousse de chocolate blanco acompañada de espuma de cítricos y un toque de caramelo de violeta.
💸 Alrededor de 25€ por persona
📍 Cava Baja, 16
El Brote
Es posible que muchos recuerden la mítica escena de la película Forrest Gump en la que el personaje de Buba enumera el amplio abanico de recetas que pueden cocinarse con gambas. Pues bien: si cambiamos las gambas por setas y aterrizamos la idea en Madrid, el resultado no es otro que El Brote.
Este pequeño y acogedor restaurante está especializado en estos productos silvestres que sirven todo el año y que utilizan hasta en la elaboración de postres. Su carta, al trabajar con productos de temporada, «cambia según los caprichos de la naturaleza». Si quieres acercarte a conocerlo, recomendamos reservar previamente.
💸 Alrededor de 35€ por persona
📍 Calle de la Ruda, 14
Taberna Almería
Taberna de Almería es la respuesta a la pregunta de dónde comer tapas baratas en Madrid. Un bar que sería la delicia de estudiantes si estuviera en Moncloa y que por estar en La Latina es un punto de encuentro para gente de rangos de edades muy dispares.
Lo normal es que no consigas entrar porque siempre está llena, pero si de casualidad logras hacerte con un huequito en la barra o entre sus mesas, tienes dos opciones: comer con la tapa que te dan con cada consumición o probar todas y cada una de sus tostas (cuatro tostas cuestan alrededor de 15€). Un básico de La Latina.
💸 Alrededor de 10€ por persona
📍Calle de las Aguas, 9
Casa Lucio
Un imprescindible de Madrid. Por este restaurante donde se han pasado monarcas, presidentes de todo el mundo, artistas, deportistas y hasta astronautas. Según el tabernero que da nombre al negocio, muchas son las ocasiones en las que le han ofrecido una estrella Michelín, pero siempre las ha rechazado porque las verdaderas estrellas ya estaban sentadas en su local. Una de las tapas más típicas son los huevos rotos: una obligación.
💸 Huevos rotos 12,5 €
📍 Calle de la Cava Baja, 35
Marmitón bistró
Recuperar recetas clásicas, añadirles los matices personales que te otorga la profesionalidad y el conocimiento y el resto es historia. Hay pocas fórmulas de éxito para nada en esta vida, pero si hay algo se parece a un libreto para triunfar en gastronomía es la primera frase de este párrafo. Y así, quizás, se entiende el éxito de Marmitón bistró.
Marmitón Bistró es una casa de comidas con una carta muy bien trabajada, una selección de platos profundamente casera y un ambiente acogedor. En su carta destacan los tortellini caseros de boniato y cabrales, salsa de queso cabrales y pasiego, nueces garrapiñadas y tomillo (16,50€). Un espectáculo y un sitio al que (si no has ido todavía) tardas en ir.
💸 Alrededor de 40€ por persona
📍 Calle de las Aguas, 6
Qué ver en La Latina
El Museo de San Isidro. Los Orígenes de Madrid
Popularmente se la conoce como La Casa de San Isidro (porque en origen eran de la familia Vargas, amos del santo, y dónde este vivió y murió) y es ahora un museo de los orígenes de la ciudad. Aunque solo por el patio renacentista y el pozo del milagro, donde se supone que el patrón de la ciudad salvo a su hijo, ya merece la pena la visita, también tiene joyas como el cuadro de Berruguete de la Virgen de la leche o los cenotafios de Beatriz Galindo, La Latina, y su marido Francisco Ramírez, El Artillero.
📍 Plaza de San Andrés, 2
Restos de la muralla de Madrid
Sí, Madrid tuvo muralla (fue construida entre los siglos XI y XII) y sí, algunos de los pocos vestigios que quedan de la misma están en La Latina. Concretamente están en la calle Mancebos y dejan ver gran parte de la historia con la que cuenta el barrio. Forma parte de un edificio, pero igualmente puede ser apreciado (aunque está parapetado por unas verjas, eso sí).
Calle Mancebos
Las Vistillas
La mejor época para disfrutarlas es el verano y en concreto durante el mes de agosto, ya que se celebran las fiestas de La Paloma y hay conciertos gratuitos, concursos de chotis y muy buen ambiente. Igualmente, puedes ver este vídeo que hicimos sobre miradores de Madrid. Y es que Las Vistillas (ya lo dice su nombre) es perfecto para disfrutar de una vista especial de la capital.
Jardín del Príncipe de Anglona
Una pequeña puerta nos separa de un jardín al estilo hispanoárabe en plena Latina. Se trata del recodo verde perteneciente al Palacio del Príncipe de Anglona, en la plaza de la Paja. Un jardín regio, nacido en ese Madrid de los Austrias en el año 1750 de la imaginación del pintor Javier de Winthuysen (que también era «diseñador de jardines»).
En su interior, caminos de ladrillos, bancos de granito, la fantasiosa pérgola… y un pequeño locus amoenus de tilos, almendros y madroños. Una locura.
📍Plaza de la Paja, 6
Mercado de la cebada
Aunque el mercado de la Cebada es de 1958 y fue reformado en 2013, el edificio original era del año 1875 y atendía a los criterios estéticos propios de la época, con columnas y decoración de hierro, lo cual habría sido una joya arquitectónica hoy en día si hubiera pervivido.
Lo que no ha perdido es fuerza comercial, continúa siendo uno de los mercados de abastos más grandes de Madrid, desde que en el siglo XVI se instalarán los primeros puestos en la plaza. Tiene dos plantas con una superficie de más de 6000 metros cuadrados. Además, cuenta con el Espacio Cebada, 120 m2 totalmente acondicionados en los que poder celebrar todo tipo de eventos y grabaciones.
📍 Plaza de la Cebada, S/N
Basílica pontificia de San Miguel
Esta basílica es uno de los grandes (y escasos) ejemplos de barroco italiano en Madrid. Es contiguo al Palacio Arzobispal, en pleno Madrid de los Austrias, y es Nunciatura apostólica, es decir que tiene el rango máximo de la Santa Sede, lo que se podría traducir como una embajada del Vaticano.
Además de una sinuosa fachada con forma convexa que merece detenimiento, en su interior tiene unos frescos en la cúpula y pechinas realizados por Bartolomeo Rusca, que popularmente reciben el apodo de «pequeña Capilla Sixtina». También es conocida porque de aquí sale la primera precesión de la Semana Santa madrileña. La escultura que se pasea por las calles de la capital es la del Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón, del siglo XVIII, obra del escultor Luis Salvador Carmona, que sale en procesión cada Domingo de Ramos sacado por la Hermandad de los Estudiantes.
📍 Calle de San Justo, 4
Tomar café en La Latina
Pastora
En Pastora se sirve café de especialidad, dulces deliciosos… y además hay un pequeño ultramarinos de productos sensacionales donde los vinos y las cervezas son ley. Estas tres pócimas (café, vino, cerveza) son el “Padre Nuestro» de esta peculiar botillería contemporánea.
Pero en sus estanterías encontrarás mucho más, todo gourmet, de pequeño productor, con la sostenibilidad y la cercanía por bandera. De aceites a chocolates pasando por mermeladas. Un jardín (una botillería) de las delicias.
📍Carrera de San Francisco, 12
Ruda Café
No es una frase hecha: el café de la Ruda es uno de los mejores cafés de especialidad que vas a probar en Madrid, de los que te arreglan el día. Como no podía ser de otra forma, su calidad es un secreto a voces y será raro el día que vayas y no lo encuentres lleno de peregrinos en busca de un buen café.
Entre los acompañamientos que ofertan encontrarás desde tostadas de masa madre a yogur con granola hasta repostería casera. Una parada obligatoria y un plan ideal para empezar bien cualquier domingo de Rastro.
📍 Calle de la Ruda, 11
Mamá Elba
En Mamá Elba venden una horchata artesanal que produce Casa Diego en Madrid con la chufa de Alboraya (Valencia), y sus helados caseros no se quedan lejos. En esta heladería de La Latina es habitual que haya cola cuando apremia el buen tiempo, pero, aunque haya que esperar, merece la pena porque tienen una de las mejores leches de chufa de la ciudad.
📍 Calle de la ruda, 15
Qué hacer en La Latina
Molar Discos & Libros
Qué vida tiene Molar Discos & Libros. Una actividad cultural que remueve la calle de la Ruda y a la Latina entera. En la primera planta, donde el horror vacui es real (uno bellísimo para pasar horas y horas y horas entre vinilos, láminas y libros) se comentan discos, se firman libros, se vive entre cultura. En la planta de abajo, una pequeña galería en la que se programa algún que otro concierto, evento cultural o presentaciones de libros.
📍Calle de la Ruda, 19
Lorena Marco Flores
Lorena Marco Flores ya es una de las floristerías de referencia en Madrid. Es imposible no pararse a admirar su impresionante escaparate vegetal, que sirve de botón de muestra de todo lo que se puede encontrar en su interior: flores naturales, preservadas, arreglos a medida… Sea lo que sea lo que busques, lo encontrarás en este pequeño gran templo floral de La Latina.
📍 Calle de la Ruda, 15
La oficial cerámica
La cerámica al peso es un negocio al alza, pero de los primeros en poner tienda específica fueron Toni Torrecillas y José Barro con La Oficial. La artesanía de Portugal, Granada, Níjar, La Bisbal, Valencia, Córdoba y Sevilla se reúnen en esta tienda del corazón de La Latina, donde los fundadores, seleccionan toda la cerámica que venden. Además de esta tienda en la zona de El Rastro, tienen una segunda en Chueca.
📍 Calle Santa Ana, 6
El Rastro
Hay pocos mercadillos que puedan presumir de haber hundido sus raíces en el siglo XVIII y de seguir en pleno rendimiento en la actualidad, hasta el punto de que incluso haya cuentas de Instagram que lo homenajean. El Rastro es ese mercadillo.
Madrileños y visitantes de todo el mundo lo transitan y pasean por sus puestos cada domingo, que hoy en día acogen a más de 1.000 vendedores: antigüedades, ropa, complementos, artesanía, artículos de cocina, discos, cámaras fotográficas… El repertorio es tan amplio como el perímetro que abarca. Y la fascinación que despierta, que ha inspirado a escritores como Ramón Gómez de la Serna, también.
📍 Entorno de la Ribera de Curtidores
Las plazas de La Latina
Como pasa en casi todo Madrid, la mejor forma de conocer este barrio es callejear, perderse, y encontrarse en sus plazas. Las de La Latina son plazas singulares, más de pueblo que de urbe, muy de terraceo y de sentarse a ver la vida pasar. Lo más curioso es que están tan pegadas entre sí que cuesta saber dónde termina una y dónde empieza la siguiente.
Plaza del Humilladero
Este rincón de plaza tiene poco: es, más bien, un punto donde confluyen importantes calles de La Latina, lo que le da un aire de epicentro del barrio, las coordenadas ideales para girar en redondo y ver qué se cuece en los bares y si queda alguna mesa libre en las terrazas. Se llama así porque antiguamente los cristianos se «humillaban» (bajando la cabeza o arrodillándose levemente) ante la imagen de una virgen que hoy está en un colegio de la zona.
Plaza de los Carros
En esta plaza medieval el tiempo pasa a ritmo de pueblo. Hay niños corriendo, gente que contempla la vida pasar y amigos que se sientan a hablar en los escalones, junto a las fuentes, sin ninguna prisa por levantarse. El ambiente relajado engancha, y desde ahí apetece quedarse mirando un buen rato el enorme trampantojo de Alberto Pirongelli que ocupa toda la fachada lateral de un edificio.
Plaza de San Andrés
A los pies del museo de San Isidro, que acoge el patrimonio arqueológico de los orígenes de Madrid, y a dos pasos de las demás plazas, las mesas y las sillas se apelotonan en algunas de las terrazas más solicitadas de la ciudad. Todo el mundo quiere tomar el aperitivo sobre el adoquinado de piedra, con vistas a la iglesia de San Andrés y su hermosa cúpula.
Plaza de La Paja
Un rincón histórico que fue morería y mercado (su nombre viene de la paja que allí se vendía antiguamente). De su largo pasado hoy quedan el Palacio de los Vargas, que hoy alberga un centro escolar, y la Capilla del Obispo. En la parte baja se esconde un pequeño jardín secreto, y algo más arriba, un vecino de bronce que lee el periódico día y noche, siempre sentado en el mismo banco.
Plaza de Puerta Cerrada
A la entrada de la cava de San Miguel, esa calle que aguanta (literalmente) el peso de la plaza Mayor, hay una cruz demasiado grande para una plaza demasiado pequeña. El nombre delata que aquí hubo un acceso a la muralla cristiana que un día rodeó Madrid. También hay murales en los edificios, siendo el más «mítico» el que plasma el lema de nuestra ciudad: fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son. El trasiego que hay aquí no se parece en nada a la calma que reina en las demás plazas de la Latina.
Este artículo ha sido escrito a diez manos por Alberto del Castillo, María F. Carballo, Isabel Nieto , Lucía Mos y Elena Francés.