Existen sitios secretos de Madrid a los que no acceden los turistas. Hay lugares donde el amor se expresa en todas sus variantes, desde la más pasional hasta la más romántica, y otros en los que está permitido soñar. Lugares que, al margen de guías y rutas, son historia pura. Sea como sea, sitios, secretos y sitios secretos de Madrid que no aparecen en las guías turísticas y que, sin duda, merecen la pena ser visitados.
1. La iglesia de debajo de la M30
La capilla, llamada ahora Santo Domingo de la Calzada, conocida por todos como capilla del Puente y anteriormente bautizada como Parroquia del Bautismo del Señor, lleva 42 años donde está. Y su vida, como se puede suponer, no ha sido fácil.
2. La estatua de Felipe III fue un cementerio de pájaros
El asunto es que estos pájaros de reducido tamaño se paraban a descansar en la boca del caballo y por un descuido o por cualquier otro motivo de lógica avícola, se dejaban caer por el cuello hasta reposar en el estómago de hierro. Este descenso a los estómagos hacía imposible el retorno. El gorrión estaba condenado a vivir entre los cadáveres de sus iguales. No podían salir del interior del caballo porque la estrechez del cuello impedía el aleteo animal.
3. Una fuente dentro del metro
Concretamente en el de Ópera. Cuando remodelaron la estación descubrieron restos arqueológicos de los siglos XVI y XVII pertenecientes a la Fuente de los Caños del Peral, una estructura que se construyó para que el agua llegara a la población en aquella época.
4. El cementerio británico
Antes de convertirse en cementerio, este recinto de la calle Comandante Fontanes 7 perteneció a un tabernero, Manuel Chacón, que vendió el terreno al Consulado Británico. El camposanto se fundó en el año 1854, y estaba gestionado por un grupo de británicos residentes en Madrid (de tantos que por aquel entonces venían a España por trabajo, negocio u otros motivos) para dar sepultura a los cristianos no católicos, que no eran admitidos en ningún otro cementerio. Entre 1854 y 1883, año en que se estima que empiezan a surgir los primeros cementerios civiles en Madrid, este era el único sitio donde se podía enterrar a quienes no profesaban la fe católica.
5. El restaurante más antiguo del mundo
Abrió al público en 1725 y por ahí pasaron personalidades como Truman Capote, Hemingway o Goya, que trabajó ahí como friegaplatos.
6. Una de las iglesias barrocas más espectaculares del mundo
La Iglesia de San Marcos (calle San Leonardo, 10), un edificio de Ventura Rodríguez que data de 1753 y que Pedro Torrijos define como «uno de los edificios barrocos más importantes del mundo».
7. La torre que flota sobre el agua
La torre que prácticamente flota en el Embalse de Manzanares el Real debería ser el escenario de un cuento de hadas. Solo falta un dragón custodiándola y un par de obstáculos (como un puente colgante o trampas escondidas) para acceder a ella.
8. El bosque de Finlandia
Seguimos con paisajes de cuento pero esta vez nos trasladamos a un bosque en el que perfectamente podrías encontrarte a Elsa de Frozen. Está en Rascafría y lo suyo es ir en invierno para verlo nevado y pasar un poco de frío.
9. Complutum: el yacimiento arqueológico romano
Donde hoy se ubica Alcalá de Henares, hace un par de milenios se ubicó Complutum. La ciudad romana de Complutum, que en estos tiempos se presenta como una fantástica alternativa cultural al ocio al aire libre, es una prueba de que el legado romano en la península también llega a Madrid en forma de urbe.
10. Un parque internacional
En El Parque de Europa puedes sacar al viajero que llevas dentro visitando París, Bruselas, Copenhague o Berlín por el módico precio de cero euros. En ningún otro sitio encontrarás el London Bridge tan cerca de la Fontana di Trevi.
11. Casa Gallardo
Casa Gallardo puede sonar a bar de carretera con menús del día a precio razonable, pero no te dejes engañar por el nombre. Se trata de uno de los pocos edificios modernistas que se conservan aún en Madrid y lo puedes localizar al comienzo de la calle de Ferraz, haciendo esquina con la Plaza de España.
Se ha convertido en el hogar de un nuevo restaurante. LeClab es una de las últimas aperturas en Madrid, de estilo japonés, y más concretamente, enfocado en la cocina Kaiseki. Dirigida por el chef Yoko Hasei, se basa en una especialidad japonesa muy compleja, que nació en el siglo XVI, basada en una serie de reglas inquebrantables: cinco colores, cinco sabores y cinco técnicas.
12. La Caja de las Letras: cámara secreta de tesoros culturales
El último bastión de la cultura está enterrado en las entrañas de Madrid. Uno de los secretos mejor guardados de la capital es la cámara acorazada que protege un tesoro cultural insólito en el sótano del Instituto Cervantes. Pocas personas saben siquiera que existe, y son muchas menos las que se han adentrado en su interior.
La Caja de las Letras está sellada por un portón inexpugnable en forma circular. Sus paredes están cubiertas por 1.767 cofres cerrados con llave y repartidos en dos pisos. Dentro no hay lingotes de oro ni joyas preciosas: su contenido tiene un valor que nadie en este mundo podría pagar con dinero. Esta caja fuerte alberga los legados de grandes plumas, cineastas, actores y músicos.
13. El búnker de El Capricho
El parque de El Capricho (Paseo Alameda de Osuna, 25) es uno de esos oasis bucólicos que reverdecen Madrid entre tanto tráfico y bloques de pisos. Este jardín señorial e histórico guarda su mayor secreto a plena vista: un búnker de la Guerra Civil que puede visitarse solo en momentos puntuales del año.
14. La estación espacial de la NASA
El complejo madrileño forma parte de la Deep Space Network, el mayor sistema de telecomunicaciones para aplicaciones científicas del mundo. Esta red mundial está compuesta por otros dos centros similares en Australia y California. La localización de estos tres centros fue elegida estratégicamente para que los vehículos espaciales puedan mantener contacto con alguna estación terrena, independientemente de la rotación de la Tierra.
15. Tesoros escondidos en el Metro
Se nos antoja vivir una aventura subterránea que queremos compartir contigo: desenterrar los tesoros no tan ocultos de la capital por el módico precio de un billete de metro. Viaja con nosotros de norte a sur, de este a este, y rebusquemos en cada andén y entre los raíles hasta dar con todas las perlas del subsuelo madrileño. Todo este viaje en este artículo.
16. Cuando el Retiro fue una fortaleza militar
Es difícil venir a Madrid y no reparar en ella. La estación de Atocha es nuestra puerta de entrada y salida, un hervidero de idas y venidas de locales y viajeros. Todos por igual nos asombramos ante su aire majestuoso y el trasiego sin pausa que se fragua en sus andenes.
Atocha no se parece a otras estaciones europeas, empezando por ese jardín interior que roba la atención de cualquiera, aunque estés a punto de perder el tren. Es un templo ferroviario de larga historia y repleto de secretos no tan fáciles de descubrir a simple vista. Vamos a desvelar algunos de ellos.
20. Un jardín secreto en La Latina
Al final de la Plaza de la Paja, hay un rinconcito que se celebra entre los buscadores de joyas en espacios urbanos: una zona verde de la Realeza abierta al público. Muchos madrileños no lo conocen porque está escondido entre muchas tapias, pero se puede visitar a diario de forma gratuita y es todo un descubrimiento. Su nombre es el de Jardín del Príncipe de Anglona.
21. Casa y Torre de los Lujanes
Más de 500 años de Historia, piedra y leyendas. Así podría definirse la Casa y Torre de los Lujanes, una casa-palacio del siglo XV que desafía el paso del tiempo desde su posición privilegiada en la Plaza de la Villa de Madrid. Y es que antes que ciudad, Madrid fue –es– una villa.
En el Medievo, ese tiempo que suena a canto gregoriano y se escribe en vistosas letras capitulares, una familia noble aragonesa llegó desde Huesca con un objetivo: formar una alianza de fuerzas cristianas que finalmente, junto a otros nobles aragoneses, lucharía en la Batalla de las Navas de Tolosa. La familia tenía por apellido Luxán, y su dinastía perduró durante siglos, explica Enrique Fernández Envid, guía voluntario, en El Punto sobre la Historia.
22. La historia de la calle del Codo
Pero si hay algo por lo que la historia de esta calle ha llegado a nuestros días es por la figura de uno de los autores más destacados de la literatura española, Francisco Quevedo. Al parecer, el dramaturgo utilizaba la estrechez y la oscuridad de esta calle para orinar en ella cuando volvía de visitar las castizas tabernas de alrededor. Para más inri, el escritor siempre elegía el mismo portal de la calle, por lo que algún vecino cansado con la situación pintó una cruz con un mensaje: «No se mea donde hay una cruz». Sin embargo, el literato no frenó sus necesidades ante esta advertencia, sino que utilizó su agudeza contestando tal que así: «No se coloca una cruz donde se mea».
23. Casa Palazuelos, una joya escondida en la calle Mayor
Construida entre 1919 y 1921, la Antigua Casa Comercial Palazuelo se levantó sobre el solar del palacio de los condes de Oñate a petición del promotor Demetrio Palazuelo. Según explica en su web MonumentaMadrid, para su diseño el arquitecto gallego se inspiró en la arquitectura comercial que por aquellos años triunfaba en Estados Unidos, con un estilo que recuerda al de la famosa Escuela de Chicago. Una vez que se cruza el umbral de acceso al edificio, la sobriedad de la fachada da paso a un espectáculo de luz y movimiento. Las plantas se distribuyen en torno a un patio central en forma de V con un corredor, que da acceso a los distintos locales y oficinas. En el centro, una vidriera ilumina todo el vestíbulo.
24. San Antonio de la Florida: el rincón secreto de Goya
El legado de Francisco de Goya es uno de los tesoros de nuestra pintura, y los madrileños hemos disfrutado de sus cuadros en más de una ocasión en museos tan emblemáticos de la ciudad como el Museo del Prado. Pero hay otro lugar, quizá no tan conocido, en el que también se conserva una parte muy importante de su obra: la ermita de San Antonio de la Florida.
25. El otro Palacio de Cristal
Esa casa etérea de muros transparentes donde la luz del Retiro revolotea a sus anchas no es única en el mundo, ni tampoco lo es en Madrid. La capital tiene otro Palacio de Cristal casi secreto en cuyas paredes no rebota el flash de los turistas día sí, día también. A diferencia de su mellizo, esta construcción desvía la mirada hacia dentro: 9.000 especies de plantas de todo el mundo residen aquí de forma permanente.
26. El Bosque Encantado de San Martín de Valdeiglesias
Con un nombre que invita a la fantasía, este espacio verde de 30.000 metros cuadrados reúne las virtudes suficientes para convertirse en uno de los lugares favoritos de los niños de Madrid.
Es, por un lado, un jardín botánico único en Europa, con más de 500 especies de todo el planeta, y, por el otro, una suerte de museo natural con más de 300 esculturas arbóreas realizadas por varios virtuosos de la topiaria que nos trasladan al universo mágico de los cuentos populares.
27. Las flechas de Gran Vía
Parece que la diosa falla al lanzar dos de sus flechas, que se quedan clavadas en la acera pero, ¿cuál es el blanco de sus lanzamientos? En el número 32 de la Gran Vía encontramos otra escultura en el tejado. Es del Ave Fénix, que lleva en su lomo a Endimión, un joven pastor al que Diana visitaba todas las noches tras bajar de la Luna. El romance entre el pastor y su hija Diana llegó a oídos de Zeus que, enfurecido, envió al Ave Fénix para secuestrar a Endimión y ocultarle de su hija por toda la eternidad. Pero Diana no renuncia a su amor, y ataca al Ave Fénix con sus flechas. Es justo ese momento el que queda representado en este espacio de la Gran Vía, que se ha convertido en un lugar de culto para todos los amantes de la mitología.
28. La cabeza olmeca de Vallecas
La cabeza, huelga decirlo, es una réplica. Se conservan 17 cabezas olmecas y una de ellas (una réplica, insistimos) está en Madrid. Las cabezas, por otro lado, forman parte del patrimonio artístico precolombino y a la que preside esta rotonda del Ensanche de Vallecas se le conoce como El Rey o como “la cabeza colosal número 8” –un nombre que ciertamente recuerda a una pieza que integra un lote de subastas.
29. La fuente de Bravo Murillo
La fuente fue diseñada por Juan de Ribera Piferrer. Tiene tres hornacinas, en las que se pueden encontrar las personificaciones del río Lozoya, de la Agricultura y de la Industria. Hasta el año pasado la fuente estuvo en desuso porque provocaba humedades en el edificio que tiene detrás, donde se encuentran los Archivos Centrales del Canal, pero desde febrero de 2020 el rumor del agua ha vuelto a formar parte del paisaje sonoro de la calle.