Hace poco leí que unos científicos habían llegado a la conclusión de que seríamos más productivos si nuestro fin de semana durase tres días. ¡¡Qué grandes sabios!! El problema es que dudo mucho que alguna vez esto se lleve a la práctica, por lo que los lunes seguirán siendo tan odiados como siempre. A no ser que tu positividad sea equivalente a la de un pony que desayuna zumo de arcoiris y tengas motivos para no odiar el lunes en Madrid. Pero si eres más realista, estarás de acuerdo con que los lunes en Madrid son más odiables de normal por estas cosas:
- Es el día de la semana que más lleno va el metro. Da igual que sea hora punta o no y si a eso hay que sumarle las caras de los que van dentro, qué consiguen deprimirte aún más.
- El mundo que te rodea está de mal humor. Donde más lo notas es en el transporte público, pero hasta el dependiente de la cafetería te sirve el café con cara de necesitarlo más que tú.
- La gente de buen humor. A pesar de que notes que la gente lleva el odio a flor de piel durante todo el lunes, tampoco quieres encontrarte con el otro extremo. Ese que comparte imágenes y mensajes positivos de lo bonitos que pueden ser los lunes. ¡Al carajo esas personas y su positividad!
- Te ves gord@. El pantalón no sube y puede que tenga algo que ver la indecente ingesta de comida basura del finde.
- Al llegar al trabajo se ha estropeado el ascensor y justo tú trabajas en la última planta. (Somos conscientes de que esto puede pasar cualquier día de la semana, pero seguro que ocurre en lunes).
- Si has estado durante el fin de semana enfermo, hoy te has levantado como una rosa. Maldita efectividad de los medicamentos…
- Te cuesta más salir de la cama. El domingo te despertaste a las tantas y por la noche no te podías dormir y te fuiste a la cama tarde. Hoy maldices a tu yo del pasado.
- El café que te ha servido el dependiente adormilado sabe a rayos. ¿Por qué hoy? Hoy es el día que más lo necesitas…
- El despertador. Vale, eso se odia en Madrid y en la Conchinchina, pero seguro que el lunes, si por vosotros fuera, lo lanzaríais contra la pared con todas vuestras fuerzas.
- El día se te hace eterno. No eres persona hasta que vuelves a casa, te pones el pijama y te tumbas al sofá (prácticamente una hora antes de volver a la cama).